miércoles, 26 de junio de 2013

La lluvia (8)

Aquella era una tarde de perros. La lluvia se precipitaba con estrépito y me encontraba corriendo por la ciudad sin nada con lo que cubrirme salvo el último ejemplar de la revista “Paris Match”, que a modo de improvisado paraguas evitaba que mi pelo quedara aún mas mojado. Por suerte, apareció por la esquina de la calle un taxi que se presentaba como mi salvación. Lo paré, fui hacia el y al abrir la puerta me sentí como algo o alguien colisiono fuertemente contra mi.


- Perdone Madame, pero tengo mucha prisa y llevo mucho rato esperando tomar un taxi-. Dijo una voz masculina.

    - Al igual yo, Monsieur-. Contesté perpleja mientras me adelantaba ágil a sus movimientos y me acomodaba en la parte trasera del vehículo.

    -Déjeme este por favor. ..- Intentó persuadirme.- tengo una reunión en breve y es importante…

    - No se apure-. Le corté.- Seguro que pasa otro enseguida.

Y ahí estaba él, inclinado y sorprendido. Mirándome fijamente como para dar crédito. Con su brazo izquierdo apoyado en techo del taxi y con la mano derecha sosteniendo la puerta abierta de par en par mientras la lluvia calaba su ropa.

-Muy bien...-. Me espetó dando un resoplido. Se sentó a mi lado cerrando con fuerza la puerta. Y me dijo con firme sentencia.- Lo compartiremos
    - ¿Se deciden?-. Apresuró el taxista.- ¡Estoy en doble fila!.
    -¿Qué me dice?.

-De acuerdo...claro... sin problemas.

Subidos ambos en aquel taxi y con la miradas esquivas centradas en nuestras respectivas ventanillas terminamos de acomodarnos. Comunicamos al conductor nuestras direcciones respectivas. Prácticamente íbamos en la misma dirección pero él se bajaba un par de calles antes.

Llevábamos unos minutos de trayecto cuando sin poder remediarlo se me escapó una sonrisa que acabó en una sonora carcajada. Mi acompañante por fin dejó de mirar el paisaje y centro su mirada en mi incrédulo por semejante situación supongo que pensando que me había vuelto loca. Incluso pude ver, al taxista mirarme de reojo desde el espejo interior del coche..

-¿Puedo saber que le hace tanta gracia, Madame?.

-Monsieur, Se acaba de Ud. de sentar encima de mi “Paris Mash” que esta aún más empapado que sus pantalones...pero si le sirve de consuelo le diré que tiene pegada a su trasero a la mismísima Carla Bruni paseando por los Campos Eliseos....

-Joder-. Soltó mientras inclinaba la cabeza hacia abajo e incorporándose un poco sacó la revista.- Tome  Madame, su revista.

- La dejaremos aquí en el taxi para el un próximo viajero-. Volví a no poder evitar el reírme pero no pude y él tampoco.

-Habían pronosticado lluvia... pero pero no el diluvio-. Dijo después de unos minutos de risa nerviosa e incontrolada.

-Sí es cierto-. Respondí con gesto infantil..

Notó la vibración de su móvil en su bolsillo. Se trataba de asuntos de trabajo. Unas diligencias que debía de ultimar antes de ir a ver a sus socios, por lo que se explicaba. El taxista sorteaba a las motos por las anchas avenidas, mientras yo miraba abstraída por la ventanilla.

Por fin llegó a su destino. Soltó al taxista un billete con el importe suficiente como para cubrir su carrera y la mía.

-Se cobra por favor de las dos servicios y quédese el cambio. Y esto para Ud. Madame, cómprese una revista nueva, y perdone mi torpeza.

-Gracias, pero no debe...

-No se preocupe y resguardese de la lluvia-. Dicho esto cerró la puerta del taxi y se marchó.

Salió corriendo con su maletín danzando en el aire y su chaqueta colocada graciosamente sobre su testa. Mi mirada le acompañó hasta que consiguió escabullirse entre el tumulto de gente. Respire hondo, o tal vez fue un suspiro. Un sonido reclamo mi atención....el móvil del taxista pensé; luego se repitió por dos veces de forma muy seguidas, procedía del suelo del coche. Miré y pude ver como el teléfono de aquel chico yacía sobre el enmoquetado. Lo tomé entre mis manos pero fui incapaz de manipularlo puesto que estaba protegido con clave.

Llegué a mi destino y realicé las gestiones que debía hacer. La lluvia había aflojado un poco pero aún caía por lo que me refugié en el descansillo de un portal. De repente, el “móvil misterioso” sonó con una música tan alegre y marchosa que no me parecía propia de aquel chico que se había tropezado conmigo en el taxi.

-Si?...-. Pregunté tímidamente

-Ufffff...Díos, menos mal que me ha contestado...¿Es ud. la chica del taxi, verdad?

-Sí, sí soy yo. Y Ud...es el chico... vamos... el dueño del teléfono.

-Así es y me encantaría, si me hace el favor, recuperarlo, si no le importa.

-Por supuesto, faltaría más-. Respondí solicita. - Veamos, en la calle donde iba, si recuerda, hay una oficina de correos...

-Sí la conozco bien.

-Bien, pues enfrente hay una cafetería que se llama... “Le Mistral”.

-Ya se, no hace falta que me explique mas. La he frecuentado alguna vez.

.- ¿Pues si le parece, en una hora nos podríamos ver allí?.

-Gracias, no sabe cuanto se lo agradezco-. Se le notaba sincero.- No se, si seré capaz de vivir una hora sin mi teléfono... pero muchísimas gracias-. Dicho esto, salí del descansillo de aquel portal. Por suerte un muchacho vendía paraguas por la calle. Compré uno y encaminé mis pasos hacia aquella cita inesperada.

No fue una hora. Fueron algo mas de hora y media. Y llevaba ya consumidos dos tés y media batería del móvil entre mensajes a Nathalie y mi amiga Monique, que cariñosamente llamaba “Ma petite Monique”.Por fin vi aparecer aquel chico alto que desapareció entre la gente y la lluvia. Observando su aspecto no podía negar que llevaba un mal día. Le hice un gesto llamativo a lo que contestó con otro que no sabría definir pero que me resultó simpático. Me espetó tres besos en ambas mejillas, a la francesa.

-Su teléfono, Monsieur-. Le dije alegremente.

-Me has salvado la vida-. Me guiñó el ojo mientras se pedía un café solo y yo una Perrier.

-Si llego a saber que es tan importante para Ud...

-Para ti-. Me corrigió.- Después de lo que hemos pasado creo que ya es hora de tutearnos.

-Bueno-. Corregí.- Si llego a saber que para “ti”, tu teléfono era tan importante, debería haber pedido rescate.

-¿Sabes?. Habría pagado un buen precio por el-. Se acerco casi pegando su cara a la mía.- No tienes idea de la información que guarda-. Dijo misteriosamente.- Seguridad Nacional...El futuro de Francia está ahí...-. Ingenua, me lo creí y tal fue la cara que debí haber puesto, que la carcajada me avergonzó y los dos terminamos riendo.

A una una cosumición le siguió. Y luego otra, así hasta que el local estaba para cerrar. Eramos los únicos clientes salvo el borrachín de la barra. La conversación giró por mil caminos diferentes y cada vez me parecía mas atractivo y sexy mi interlocutor. Se llamaba Etienne. Sus ojos eran de un tono verdoso, Su cabello moreno. Rondaba el 1,80 de comprensión delgada pero fuerte. Tenía una voz varonil y grave. Y una boca adornada con una perfecta dentadura.


La intensa lluvia había dado lugar a una fina capa de agua que acompasada y continua caía sobre las calles ya desiertas. Abrí mi paraguas e intenté con el proteger nuestros cuerpos. Etienne caballerosamente puso sobre mi su chaqueta y rodeo con su brazo izquierdo mis hombros. Me gustó su calor. Con su mano derecha agarraba el puño del paraguas donde nuestras manos sin escapatoria irremediablemente se juntaban. Nos miramos cómplices del momento.

Comenzamos a caminar en busca de un taxi. Y unas palabras susurradas golpearon mis oídos.

-Tu es très belle-. Y sentí sus labios calientes justo detrás del lóbulo de mi oreja. Giré mi cara y me encontré con su boca la cual no pude, ni quise evadir. Su brazo me aprisionó contra su pecho. Sus labios ágiles ofrecían la delicadeza de su sonrisa




Un vehículo que salía de un de un edificio interrumpió aquel momento. Detuvimos nuestros pasos sorprendidos por su proximidad haciéndonos retroceder un metro. El conductor nos miro con cara de pocos amigos y nos gritó algo. Nos miramos con sorpresa y reímos como dos adolescentes. El coche se incorporó a la carretera cuando Etienne me asió del brazo y de un movimiento preciso me introdujo en el interior de aquel parking. Corrimos rampa a bajo quedando encerrados y sumidos en la semioscuridad de aquel lugar.

Me llevó contra la pared. Sentía su fuerza la cual me atropellaba y no podía controlar. Sus manos acariciaban mi cuerpo . Me miró fijamente. Con su dedo pulgar tocó mi boca oprimiendo mis labios. Perfilandolos y recorriendolos como quien los dibuja. Cerré mis ojos y entreabrí mi boca. Haciendo nacer a cada instante y desde mi excitación la boca que el deseo inventa para él. Dejando que la yema de su dedo, el cual me quema toque la punta de mi lengua.

Me miró y se acercó más y más. Sus ojos se agrandaban y se mezclaban entre si, ante la proximidad de los míos. Nuestras narices se rozan en un baile de erotismo. Nuestros labios se buscan y se detienen creando una expectación inusitada. Respiramos confundidos. Finalmente tibios y febriles se avienen. Mordiéndose; apoyándose así, de forma caprichosa nuestras lenguas la una con la otra y rozándola superficie de los dientes. Jugando ambas, en torno a ese perímetro entre el aire pesado y caliente de nuestro aliento. Entonces Su mano se hunde en mi pelo enredándose. Poniendo a prueba cada mechón de mi melena a la subjetividad de sus dedos.

Vuelve a apoderarse de mi, subiéndome el vestido y levantándome en suspensión. Colocando mis mulos rodeando sus caderas me siento sujeta por su pecho y la pared.. Mis manos en ese instante torpes e imprecisas rompen algún botón de su camisa. Me gira en el aire y caigo sobre el capó de un Audi negro. Intento incorporarme y como una serpiente repto hacia luna delantera del coche. Me agarra de los tobillos y me separa las piernas llevándome hacia él para así hundir su cara en mi vientre. Estoy casi desnuda y a su mercé. Lo se y me gusta.

En arrebato, su mano agarra y arranca mi culotte. Lo rompe como si de papel se tratase.. Llena su boca con mi sexo. Siento como me humedezco sin control y como su lengua me penetra proporcionándome un placer enorme. Mis dientes aprisionan mis labios al punto de hacerme una pequeña herida que me deja en el paladar sabor a sangre. Me chupa... me penetra con sus dedos.... casi le suplico que pare... pero tampoco lo deseo.

Sube hasta mi boca y me besa mezclando mi saliva con la suya y haciéndome sentir mi sabor.
Se incorpora y desabrocha su cinturón. Observo la opulencia de su erección por encima de la tela de los pantalones. Mis dedos inquietos me van acariciando mientras él se libera. Se abre la camisa y puedo ver su torso y la plenitud de su miembro mientras se coloca el preservativo. Me parece enorme. Lo deseo dentro de mi.

Me agarra nuevamente de los tobillos y me arrastra hacia él. Sus manos soban con decisión mis pechos y noto como me penetra. Como se va moviendo dentro de mi. Le abrazo fuertemente. Casi le araño la espalda con mis uñas movida por el deseo, pero lo evita la camisa. Arqueo mi cuerpo y elevo mi vientre para favorecer la penetración. Dios como me llena, pienso.

El techo del parking se me nubla y sus embestidas son cada vez mas profundas y fuertes. No para follarme y mis zapatos caen con estrépito contra el suelo gris. En una de esas embestida se activa la alarma del Audi. Pero que importa. Solo importa él y yo.

Me voltea y aprisiona mi pecho contra el capó de vehículo de espaldas a él. Si entra alguien nos pillará ; me decía a mi misma y el morbo que representaba me excitaba más y más. Su sexo no me daba tregua. Sus manos recorrían mi espalda y agarraba de mis caderas. Mi respiración se confundía entre jadeos y vaivenes. No podía articular palabra. Me agarro del pelo y me hizo mirarle. Casi no me atrevía a fijar mi vista en sus ojos. No sabía cuantas veces había hecho contraer mis entrañas. Comenzaba a estar exhausta cuando de repente vierte sobre mi trasero su semen caliente que cae suave por mi piel y me lo unto como si de una crema se tratase. Mi mirada se torna cálida cuando él se acerca y me besa.

La alarma de coche seguía sonando. Nos vestimos a prisa. Cuando ya estábamos seguimos las indicaciones luminosas que indicaban la salida del aparcamiento. Entonces una de la puertas del lugar se abrió y una pareja mayor se cruzó con nosotros. Salimos al exterior por la zona vecinal.

La lluvia había cesado.



7 comentarios:

  1. Fantastique! Cada vez mejor, que placer da leerte Jueliette! Se nota muchísimo que esto te apasiona ya que nos trasmites la pasión que sientes hasta el punto de sentirla como nuestra. Es injusto que estés regalando tu arte con el trabajo que lleva. Pero solo puedo desearte que lleves tus obras al nivel que desees y puedas. Desde aquí te pido que por favor sigas deleitándonos de esta manera.

    Besos, Nica.

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  2. FORMIDABLE,,,, CON EL MORBO QUE DA QUE ALGUIEN LOS PUDIERA DESCUBRIR EN EL PARKING!!! SUPER EXCITANTE.
    UN BESAZO JULIETTE!!!

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  3. Mmm la seguridad nacional como pone.....
    sidg

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  4. Oh.... que placer da leerte juliette. Seguro que mas de uno abra vivido alguna situacion parecida jaja. Me encanta leer tus post y estot totalmente de acuerdo con nica. Lleva tus obras hasta el nivel maximo!! Que aqui tienes a tus fans que te siguen. Un beso. La rubiales

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  5. Ummmmm,me excitan mucho tus relatos,me sube la temperatura corpral,haces que me traslade a cada uno de los escenarios de tus aventuras,eres un cielo,a la espera del próximo relato.

    Besos

    Xorritos

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  6. Acabo de encontrar mi relato favorito!!!... La próxima vez que coja un taxi y llueva, miraré a ver si alguien lo quiere compartir con una brujita como yo!!!... Uyyy mi francesita... como todo lo hagas así de bien... eres un diamante por descubrir literariamente hablando... Serás "una estrella de Africa" en poco tiempo!!... Ya sabes... te espero en mi luna!!

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  7. Juliette, no sé si voy a acabar con el cajón de las felicitaciones. Creo que las que me quedan las voy a reservar para el resto de relatos. Vuelvo a repetirme y creo que deberías plantearte la posibilidad de sacar a la calle lo que escribes. Aunque repetitivo, te diré que simplemente genial. Es dificil contener la excitación leyendo tus relatos, pero llaman tanto la atención y te envuelven tanto que no puedes dejar de hacerlo. De nuevo, mis mejores deseos para que tu fuerza no pare y puedas seguir deleitando con tus palabras,

    Gros Bisous

    Manel

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