domingo, 17 de agosto de 2014

Oliver (20)

Aquella última video-conferencia con Mario y el gerente del hotel de Barceloname había sacado de mis casillas. 

No llegaba a entender cómo el "español" podía ser tan cuadriculado algunas veces. Más terco aún que la francesa que escribe estas líneas. 

Las ideas que le habíamos presentado para el hotel de París, eran de lo más innovadoras y sin lugar a dudas , serían muy bien recibidas por nuestros huéspedes más elitistas. 

Cogí las llaves del coche y salí como la pólvora despidiéndome con un "Bonne soirée" a los recepcionistas del turno de noche, que hacía más de un par de horas que habían empezado a trabajar. 

Subí rápido y conecté el Samsung Note al coche para escuchar algo de música ."Last Kiss" de Pink empezó a sonar a la par que subía el volumen e iba cantando dejando escapar en cada frase el "enfado" que me había provocado Mario. En ese mismo instante me alegré de no haber sucumbido a su ofrecimiento y casi imposición de tener un Iphone como cabría de esperar de alguien que trabajase en su  hotel. Por mí podría irse al mismísimo infierno, él y su Iphone. 

Sin apenas nadie en las calles a esas horas, me adelantó una moto à toute vitesse. No pude por menos que poner los ojos en blanco pensando que quien la conducía era "uno más que se quería empavonar un rato". No estaba de humor para juegos. 

Sonreí de manera maliciosa cuando tuvo que frenar en seco en un semáforo y le alcancé. Debió de verme y se giró haciéndome el gesto de la victoria. Le hice un gesto de saludo con cierto rintintín .El semáforo se puso en verde y se fue no sin dejar de mirar atrás. 
Cuando quise arrancar el coche no arracaba.No me lo podía creer!!! Estaba tirada en mitad de la calle y afortunadamente, no tenía nadie detrás. Increíble en París por más tarde que fuese. 

Bajé del coche y abrí el capot tratando de buscar algo, pero si no tenía ni idea de mecánica qué iba a encontrar allí!!. Me pasé la mano por la frente.Estaba cansada de todo el día y ahora esto...Entré de nuevo en el coche y al coger el móvil para llamar a Racc me sobresaltó una voz grave  

  • ¿Puedo ayudarla, Mademoiselle? 

Di un respingo automáticamente (propio en mí) 

  • Disculpe, no pretendía asustarla sino todo lo contrario ¿Puedo ayudarla? 
Allí mismo tenía al motorista que me acababa de adelantar. Le miré de arriba abajo boquiabierta y con los ojos como platos. 
  • Mademoiselle,¿se encuentra bien? 
Mi cara le debió de resultar de lo más divertido por la sonrisa que dibujó. 
  • Disculpe, no esperaba que diese la vuelta tan pronto - dije con una sonrisa maliciosa. 
  • Permítame que la ayude. Llame a la compañía para que vengan a recoger el coche y la llevaré a casa. 
  • Vous êtes très gentil. Esperaré aquí al taxi que enviarán desde el hotel donde trabajo 
  • Me gusta mucho el hotel que dirige Mademoiselle....Declercq 
  • ¿Cómo sabe mi nombre? - Le pregunté con gesto de sorpresa. 
Tardó medio segundo en quitarse el casco y descubrir su rostro. Un rostro que me era familiar. 
  • No pensé que le gustaran tanto las motos y la velocidad, Mr.Steinberger 
Era uno de nuestros más asiduos cliente durante todo el año y en alguna ocasión, habíamos intercambiado algunas palabras. Sobretodo, cuando había organizado alguna de las reuniones dentro de la sala más grande que teníamos en el hotel. 
  • Y ahora que ya sabe quien soy y que no ha caído en manos de ningún maníaco, permítame la lleve donde Ud me diga. 
  • Pourquoi pas? 

Se bajó de la moto y  me proporcionó otro casco. La historia estaba ahora en cómo subir a la moto con la falda corta y estrecha que llevaba. Solo me pasaban estas cosas a mí, pensé. 
Me recogí el pelo para ponerme el casco y me remangué la falda lo necesario para montar detrás de él. Dejaba al descubierto más de medio muslo, pero ahora que le había dicho que si, tenía que seguir adelante. 

  • ¿Preparada Srta Declercq? 
  • Juliette, mi nombre es Juliette. 
  • Oliver. Cójase fuerte que nos vamos. 

Aquello salió con un estrépito que no esperaba. Mis manos que se habían agarrado tímidas a su cintura se asieron fuertemente pegando mi cuerpo al suyo. Su tacto era fuerte, como de una escultura bien tallada. Sus muslos fuertes enfundados en un pantalón de color beige y una camisa blanca. Su perfume terminó por embriagarme.

De cuando en cuando, se giraba para preguntarme si estaba bien sin dejar de mirar lo que mi falda se había empeñado en mostrar.Mezcla de timidez y calentura es lo que sentía a cada segundo que pasaba. 

Su olor y su tacto no tardaron en hacerme reaccionar. Él tampoco se quedó impasible y a la par que se giraba soltaba una mano del manillar. 

  • Non!Ce n´est pas possibles´il vous plaît!! No haga eso que nos vamos a matar. 
  • ¿Qué no haga el qué? - preguntó divertido mientras soltaba las dos manos. 

En ese momento el casco tapaba mi cara de pánico. Sus brazos en alto y yo.... me iba a morir!!! 

  • S´il vous plaît! - grité de nuevo. 
  • Juraría que tiene miedo Srta.Declercq -  dijo divertido , y sus manos se posaron en mis muslos subiendo aún más la falda. 
  • ¿Mejor así? 
  • Creo que está Ud empeorando la situación 
  • ¿Cómo dice? - preguntó subiendo el tono y pisando más el acelerador. 
Se me entrecortó la respiración en ese mismo instante, le cogí con más fuerza de la cintura y pegué mi torso contra él. Si quería guerra, la iba a tener y más después del enfado que llevaba encima. 

  • Su casa está próxima si no me equivoco 
  • Mi casa está en contra dirección, no le he dicho que donde vivo. 
  • Entonces, la llevaré a su hotel - dijo mientras aguantaba el manillar con una mano y con la otra hacía estragos en mis muslos. 
  • No, al hotel no! Mi casa está en girando à gauche en el siguiente cruce. 
Aparcó la moto y bajé no sin dar un traspiés por la altura de los tacones. Me sujetó para evitar que cayese y se quitó el casco. Le imité y moví la cabeza para recolocar la melena, bajando la vista con algo de timidez. 
  • La Srta Declercq no parece tan tímida cuando dirige el hotel. 

Me agarró fuertemente por de las nalgas y me ahogó introduciéndome la lengua hasta la garganta. Una falta de aire que se tradujo en  mi pecho erecto en el calor de la noche. 
Atiné como pude a sacar las llaves y a abrir la puerta mientras no parábamos de besarnos compulsivamente. Empujé la puerta del portal  con el trasero y me recompuse cuando se encendió la luz. Afortunadamente no bajó nadie. Nunca había dado un escándalo en el lugar donde vivía y no querría que fuese la primera vez. 

Ya en el ascensor empezó a desabrocharme los botones de la camisa y yo a soltar con destreza su cinturón. Introduje una mano por debajo, ansiosa, palpando todo tu sexo que no cabía en mi mano. 

Me cogió por la cintura y me apoyo  en la barandilla que había contra el espejo del ascensor. Aprovechando a apresarle con mis piernas rodeando su cintura y acercar su sexo a la humedad de mi tanga. Me podía amoldar a su antojo con la ayuda de un solo brazo. 
Abrí la puerta de casa como por inercia sin dejar de jugar con su lengua mientras me sujetaba la melena hacía atrás. 

Me quité los zapatos mientras me hacía caminar de espaldas presa de sus brazos y su boca hasta que aterricé sobre mi cama. Los brazos hacia arriba, cerrando los ojos, expuesta a aquel alemán que me sacaba dos cabezas. 


Me subió la falda dejando el fino tanga de hilo negro a su alcance y empezó a dibujar círculos con su lengua desde el tobillo hasta el muslo. Se paró un instante que se me hizo interminable.  Pequeños mordiscos que me erizaban la piel. En ese momento no reparé que podrían quedarme unas bonitas marcas que solo podría disimular a base de ir con pantalones. 

Llegando a la altura de mi sexo, apartó el tanga ligeramente con la legua y empezó a dejar un reguero de saliva desde las ingles hasta lo más profundo de mi. Apresé las sábanas entre los dedos fruto de las sacudidas que estaba notando cada vez que su lengua se acercaba, se hundía, humedeciendo lo humanamente inhumedecible. 

Estiré de la almohada y me la lleve a la boca para ahogar lo que podría ser un escándalo Nacional. 

Me erguí un poco, lo justo para llevar mis manos a su cabeza y evitar que se separara de mi sexo, empapado de la mezcla de mis fluidos con el sabor de su saliva. La respiración se me agitaba cada vez que sentía esas sacudidas consecutivas fruto del placer que me estaba proporcionando. Un sinfín hasta que estallé en su boca como un volcán. Se despegó de mí con mis fluidos cayéndole por la comisura del labio. Vino directo a darme de beber lo que era mío. Mezcla de salivas, mezcla de mi....Se sentó sobre la cama, y volví a subirme la falda.Esta vez no era la moto lo que apresaba con mis muslos sino sus piernas, para sentarme directamente en su sexo que con destreza había liberado del pantalón abriendo la cremallera. Encajaba perfectamente. Arriba y abajo, suave, profundo. Respiró hondo, jadeante, rasgando mi blusa y tirando con fuerza el sujetador que acabo de romper. 

Se acercó recorriendo y dibujando mi pecho hasta que se paró y mordió con fuerza uno de ellos. Me hizo soltar un pequeño grito que me empujó a subir la velocidad en el modo de cabalgarle. Los jadeos eran continuos, ambos sudorosos. Sus manos cogiendo mis nalgas y apretándome para sentirnos cada vez más dentro, bebiéndonos como dos animales salvajes.... 

Me cogió del pelo y estiró de él hasta que caí hacia abajo, bamboleando toda mi espalda sin llegar a tocar el suelo. La flexibilidad que tengo me hacía ser manejable y acoplarme en cualquier postura por más inverosímil que pareciese. Continué en esa posición si dejar de moverme hasta que me cogió por el brazo y me levantó en un solo movimiento. Volviéndome a quedar en posición de montar a caballo como una amazona. Me apretó contra él y sentí como descargaba en mi a la par que me contraía de manera intensa y compulsiva. 

Nos miramos fijamente unos segundos, soriéndonos con los ojos como dos niños cómplices de un juego indebido. 

Salí de él y me bajé la falda para intentar recomponerme un poco pero tenía la falda con mil arrugas. Rodeé la cama para recoger los restos de blusa mientras él se subía los pantalones. 

  • Le invitaría a tomar algo Mr.Stenberger, pero es norma de la casa no mezclar trabajo y ocio y esta vez, he sobrepasado el límite. 
  • Un placer, Srta.Declercq. Confío en cambie de idea y mañana venga a visitarme a la 416. Quiero más y cuando lo quiero, lo consigo. 
Sonreí divertida antes de desearle buenas noches y un :  
  • Si aún no lo escuchó en el hotel, tengo fama de terca. Puede coger uno de los maravillosos sofás de la Suite Presidencial y esperarme hasta el año que viene. Si me disculpa, dije abriéndole paso hasta la puerta de entrada. 
Salió pasándose el pulgar por el labio inferior y sonriente. Justo en el momento que iba a cerrar la puerta, me cogió por la nuca y la cintura y me llevo hasta su altura mordiéndome con fuerza los labios. 
  • Definitivamente, Srta Declercq, QUIERO MÁS. 

A la mañana siguiente, al llegar a mi despacho me encontré con un pequeño paquete envuelto en fino papel con mi nombre. 


Iba a preguntar quien lo había enviado pero no fue necesario. A medida que iba rasgando el papel, mordiéndome el labio inferior , mezcla de excitación y curiosidad supe a quien pertenecía. 

Era un precioso conjunto de la Perla con una pequeña nota al lado que decía :  
"Por los desperfectos que causé conscientemente anoche en su ropa interior, admita este pequeño obsequio, Srta.Declercq , No olvidé que los alemanes también somos muy tercos. 
La espero esta noche en la 416, en el sofá....deseándola infinitamente. 
Atentamente,  

Oliver Sten...no me acuerdo