En la quinta planta de un edificio de Avignon y ya con
algunos años pero bien conservado. Se erguía el sencillo ático
donde Nathalie y yo tumbadas al Sol y ataviadas con nuestros
respectivos trajes de baño, dorábamos nuestros cuerpos.
Mi pelo negro configuraba una media melena recogida a
modo de coleta, donde un mechón, alegre y caprichoso de mi
flequillo, caía sobre mi rostro. Nathalie, tumbaba su cuerpo delgado
y sereno sobre una hamaca de mimbre oscuro.
Mirarla, era observar, la delicadeza del cincel de un
artista griego. El cual podía emocionar , helar la sangre y detener
al corazón por unos instantes. Su cuerpo armónico, bien
desarrollado, era la perfecta conjunción de formas, estilo y
presencia. Su pelo largo y rubio, era de un liso y de una suavidad
que podía acomplejar a la mismísima seda. Alegre y vivaz. De lengua
pícara y morbosa. El silencio no existía para ella, siempre tenía
algo que decir y poseía la extraña facultad de encandilar los
oídos. Sacó de su bolso una barra de labios de un rojo chillón
que no me pasó inadvertido y se perfiló los labios.
-
¿Qué te parece? -, pregunto curiosa Nathalie.
-
¿La verdad?...pareces un putón de carretera. - Ambas estallamos en
una carcajada cómplice
.
.
-
Es justo lo que pretendo que piense aquel que me mire- Dijo, con
evidente picardía.
-
Como si no lo supieran-, Contesté socarronamente.
El calor no daba tregua y Nathalie tenía la espalda al
rojo vivo. Ni la mas leve brisa se levantaba para aliviar tanto
sofoco.
-Dios, que día. Voy a ducharme.- Puntualizó y diciendo
esto, se incorporó ágilmente de la hamaca. Tenía toda la espalda
marcada por los pliegues de la toalla y los surcos de la colchoneta
de su tumbona. Al poner los pies sobre el suelo buscó con urgencia
sus chancletas.
Sin mediar palabra, se quitó la parte superior del
bikini blanco dejando al descubierto sus pechos. No eran
excesivamente grandes pero tampoco pequeños. Perfectos...o al menos
eso pensé, mientras miraba sin complejos el vaivén de sus senos.
El bochorno parecía ir en aumento, la piel quemaba y el sudor
afloraba en mi frente . La escena no había hecho mas que comenzar.
Nathalie, tomó la manguera con la cual solía limpiar
la terraza, para en esta ocasión, regarse así misma y refrescarse.
Yo, no podía dejar de ver como el agua limpia y fresca la cubría.
Era un espectáculo ver como bañaba su abdomen terso. Como su
ombligo se inundaba lascivamente. Me quité las gafas de sol para
contemplar sin obstáculos. La braguita del bikini se empapó
rápidamente fundiéndose con su piel, dejando la transparencia de
un pubis depilado. Su trasero se mostraba duro y bien puesto.
-
Claro, por supuesto. Dejame ver.- Respondió en un tono jovial.
Sentí rozar la parte posterior de mi cuello con el dorso de la mano
aun húmeda de Nathalie. Una escurridiza gota de agua pasó de sus
dedos y me recorrió la columna provocando un escalofrío que me
erizó la piel.
Me incorporé, emulando a mi compañera de piso y
también me dí una ducha. Volví a mi tumbona y en un acto rápido y
preciso me quité la braguita del bikini. Mi cuerpo quedó tendido
hacia arriba y desnudo.
- Tienes un cuerpo precioso.
- Gracias, tu tampoco te puedes quejar....- Añadí.
Se produjo un silencio largo y extraño.
- Gracias, tu tampoco te puedes quejar....- Añadí.
Se produjo un silencio largo y extraño.
Nathalie acariciaba su abdomen caliente por el sol. Su
mirada penetrante me quemaba por dentro. Bajó sus manos hasta tocar
la braguita del bikini. Sus dedos nerviosos jugaban a ocultarse
entre su vientre y el bañador. Lentamente arqueó su cuerpo y
extendió sus brazos bajándolos poco a poco. Algo se me alborotó.
Mis mulos se apretaron el uno contra el otro. Mi corazón subió de
revoluciones y mi sexo palpitaba movido por el deseo. Entonces se dio
media vuelta y se tumbó boca abajo, ladeando su cabeza, hacia donde
su vista se perdía entre tejados y antenas.
Un escalofrío recorrió su cuerpo desnudo, cuando la
crema de sol cayó fría y lánguida sobre su espalda. Nathalie alzó
la cabeza y observó como las gotas del bronceador se estrellaban
contra ella.
-Relajate y disfruta-. Le susurre pausadamente a oído,
para acto seguido, elevar mi cuerpo por encima del de ella,
mientras esta se daba la vuelta y así, como quien se sube en una
moto, acabar sentándome sobre la parte anterior de sus muslos. Mis
rodillas descansaban junto a sus caderas ajustándonos a la
perfección. Mi mano tibia se posó sobre su pecho, donde con mi dedo
corazón untado en crema comenzó a extenderla en un movimiento
circular. Luego, con mis dos manos empecé a masajearla. Sus pezones
estaban duros y se hacían notar sobre aquella piel ardiente.
Estábamos embriagadas por las caricias y entregadas por
completo. De repente sus manos comenzaron a masajear mi culo.
Agarrarme los glúteos, separándolos, juntándolos y pellizcándomelos
hasta marcar los dedos sobre ellos. Estaba enloquecida de placer.
Bajé hasta sentarme a los pies de ella y comencé a
flotar con mis manos primero sus pies y luego sus largas piernas. Fue
entonces cuando las separó ligeramente ofreciéndome sus muslos e
invitándome a perderme en ellos. Ascendía con mis manos suaves pero
firmes hasta notar la humedad de su sexo y de esta forma acariciarlo
más allá de lo permitido.
EL éxtasis se apodero de Nathalie cuando introduje mi
dedo indice en aquel coño mojado, mientras mi lengua hacia círculos
sobre su clítoris abultado por el deseo y duro como una piedra. Se
estremeció de placer al tiempo que agarraba la colchoneta de la
tumbona entre sus manos fuertemente y yo me lo hacía a mi misma,
loca de placer. Era espectacular cada vez que tocaba una vagina que
no era la mía y me sentía terriblemente excitada.
Cuando todo acabó, ambas nos unimos en un abrazo donde
las manos jugaban a descubrir caricias y nuestras bocas se fundían
en largos besos.
TREMENDAMENTE EXCITANTE...
ResponderEliminarUN BESAZO JULIETTE!!!
Muchísimas. Espero siga leyéndome aunque sea entre las sombras. ;)
EliminarVaya haciéndome un sitio en este ático tan… Vaya, ahora no encuentro el término exacto para definirlo. Seguramente se me quedó perdido mientras admiraba su perfecto cuerpo… del deseo.
ResponderEliminarBesos alevosos, hermosa Juliette ;-)
Un ático tan alto que vértigo da como la escena que relato.
EliminarGracias por su comentario, Monsieur.
Bisou!
Tus relatos hacen que mis neuronas se activen... mis instintos se despierten... y enardecen mis deseos... Como te prometí voy a darte mi opinión... Todos tus relatos son apasionantes, estimulantes, provocadores, escalofriantes, vivificantes... ¿Hace falta que siga?. La mejor receta leerlos y releerlos una y otra vez y dejar volar la imaginacion... deseando ser en algún momento Nathalie.
ResponderEliminarBesos para Juliette de su Brujita de la Luna... jajaja
Hola Bruja Piruja,
EliminarMe alegra leerte por aquí también.¿ Le decimos a Nathalie que te haga un huequecito?
Un besazo!!
Hola me encanto relato. Siento escribir tarde. Fue espectacular.!!! Sigo el post como una loca. Sigue asi juliette.
ResponderEliminarFdo. La rubiales.
que lastima que yo no estubiese ahí sino os ayudo a masajeraros, soy un tío muy cachondo que le pone follar on dos tías a la vez me hagais un lesbico, me pongo muy cachondo
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