miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un domingo cualquiera (15)

Lo habían anunciado la televisión en las noticias de la mañana. 
Aquella tarde de domingo presagiaba una tarde malísima. El viento huracanado azotaba Avignon y el cielo cada vez mas gris no daba margen a la esperanza.

La semana no había sido mejor, los estudios y el trabajo me tenían exhausta y con la cabeza a punto de estallar sumida en un mar de información cuyos datos debía memorizar. Nathalie había viajado ese fin de semana a visitar a sus padres. Sola y sin nada mejor que hacer en casa buscaba refugio en mi ordenador.

Como siempre mis buzón de entrada estaba repleto de notificaciones sin leer. Obvié los del trabajo y la Universidad. No tenía la cabeza para ellos ni tampoco me apetecía. Mario como siempre estaba ahí ,fiel a nuestros contactos dominicales. Cuendo era posible y a la misma hora conectábamos. Aunque no siempre coincidíamos; en parte porque él era un chico muy ocupado y yo una loca a la que siempre se la enredaba en actos sociales. Pero aquella tarde ,cuando las gotas de lluvia comenzaban a chocar contra el cristal de la ventana ,la mejor opción, sin lugar a dudas, no era otra sino que quedarme al calor del hogar .Como única compañía de un té bien caliente, el ordenador y mi pijama de la “pequeña parisina a los pies de la Tour Eiffel”.Fue un regaló Jean Paul basándose en un simpático dibujo suyo especialmente diseñado para mi.

Hablar con Mario resultaba encantador y divertido. Hablábamos de infinidad de asuntos aunque era bastante reservado para hablar de su trabajo. Intuí que debía ser una persona de cierto poder. Cada vez que me acercaba a ese tema lo driblaba con elegancia. Poseía maestría en hacerlo y como dice el dicho “a buen entendedor pocas palabras bastan”. Así que, hablábamos de todo un poco y nunca sabías cuando la conversación derivaría a temas más calientes. Eso formaba parte del atractivo de Mario. Su cautela y paciencia.

Lejos quedaba ese día de la gasolinera. Ese trayecto de autopista y el tacto de su piel sobre la mía. Casi podía sentir su aroma en el recuerdo. Su manera de agarrarme y su acento español susurrándome en el oído. Su manos buscándome los senos. Su lengua recorriéndome. El deseo irrefutable de su virilidad entregada alevosamente a la perspicacia de mis pecados.

Las lluvia caía sobre el enlosado purpúreo del ático levantando burbujas de agua que a su vez eran reventadas por otras, en un ciclo que parecía, no tener fin. Los tejados conferían el paisaje desolado que desde mi ventana divisaba. Estos de un azul drisaceo se difuminaban en el plomizo cielo. Mientras las golondrinas que volaban bajo rastreaban un lugar donde salvaguardarse del temporal huyendo así de la apremiante tormenta que los relámpagos anunciaban.

Mario me iba comentado su deseo de hacerme una visita pronto,la cual yo, también deseaba. Quería invitarme a pasar unos días en Barcelona, ciudad de la hablaba maravillas y cuya gastronomía, según comentaba, no debía de perderme por su exquisiteces.

Las luces de habitación hicieron un amago de apagón justo en el momento que la tormenta parecía acercarse. El siguiente relámpago fue letal y me dejó en la mas absoluta oscuridad durante unos minutos. No obstante mi portátil continuaba funcionando hasta que la conexión de red me dejó a medias en lo mejor de la conversación.

Un estruendo me sobresaltó procedente de la habitación de Nathalie. Me incorporé de un salto y me dirigí hacia origen del ruido. La ventana de su cuarto se había abierto a consecuencia del fuerte aire chocando los marcos contra la pared y produciendo mi sobresalto. Las cortinas enarboladas por el vendaval ondeaban arremetiendo contra todo lo que estuviese cerca.

Cerré como pude las ventanas y recompuse el desorden que se había causado. Lápices, alguna cuartilla de folio, una camiseta, algo de ropa interior y la lámpara de su mesilla habían quedado esparcidos por el suelo.

Entonces lo vi. Se encontraba sobre su cama con una pequeña nota:

Por si te aburres el fin de semana sin mi, petite cochonne. No me eches de menos!!. Nathalie.”


Se trataba de un cuadernillo pequeño. Ideal para guardar en la mesilla o incluso en un bolso. Encuadernado en tapa dura rosa. Contenía como portada el dibujo de una hermosa chica manga de cabellos azules y lilas largos hasta la cintura; así como unos grandes ojos verdes que irradiaban luz, poseía una nariz pequeña y sonrisa en forma de “uve” de labios finos bien perfilados.

Guiada por mi curiosidad me senté en una de las esquinas de su cama que estaba cubierta por un edredón de plumas de color azul. Sobre el cabecero de esta había un póster de una de esas macro fiestas de Ibiza que tanto le atraían. Recuerdo haber mantenido conversaciones sobre su deseo de poder ir juntas un año a la isla española para hacer las locas desenfrenadamente. En la pared, a la derecha de su cama,estaba presente, un cuadro de corcho donde pinchábamos con chinchetas de colores nuestras fotos. Las de Halloween eran las últimas que habíamos colgado. Ambas de enfermeras perversas de “Kill Bill” con sendos parches en el ojo con el signo de la “cruz roja” estampado en ellos.

Y entonces abrí lo que denominé: “El diario secreto de Nathalie”, por una página cualquiera.

...Después de la cena y el paseo terminamos en una discoteca céntrica. No recuerdo la hora que sería, pero después de unas pintas negras, ¿qué mas da eso?. Creo que el poco vino de cena y las cervezas estaban elaborando un cóctel de consecuencias inesperadas.
Sí que recuerdo mirar el teléfono. Estaba un poco excitada lo reconozco. Didier, cada vez que podía, acercaba su entre pierna y al menos descuido “zas”....se rozaba con mis mulos. Por lo que ya, me hacía una idea de como era su miembro sin necesidad de verlo.

Como iba diciendo, (que no me pierda en los detalles), miraba mi teléfono. Estaba deseosa de Juliette...sencillamente la deseaba, pero se ve que ella, esa noche, estaba a otras cosas. Así, que me quedaba Didier....”

Me acomodé en la cama aquello prometía. La verdad era que la situación me estaba resultando de lo más excitante. Al misterio, le rodea un halo de erotismo y yo era presa fácil para dejarme llevar. Mi curiosidad y la complicidad con Nathalie era totales. La deseaba a ella tanto como ella a mi.

...Hoy he llevado el vestido fucsia. Ese que me marca tanto la silueta. Me encanta. Ya sabía de antemano que sería la mirada de algunos.¿Qué diablos?... Me gusta provocar jeje.
  • Voy al aseo-. Le dije casi en un susurro en el oído y sin que lo esperase, le pasé la lengua por la comisura de los labios. Entre tanto apreté su muslo por la parte interior. Casi se le cae la copa al pobre.

En el aseo me solté el pelo que estaba recogido hasta ese momento en un sencillo moño. Quedando mi melena rubia suelta. Me lo



alisé con el cepillo que siempre llevo en el bolso para tales ocasiones. Me repasé el maquillaje... e hice algo mas: Me quite la braguita roja que llevaba y me la enrolle en la muñeca derecha. A simple vista parecía un pañuelo rojo pero no lo era.

Volví con Didier. No daba crédito a como se le estaba presentando la velada. Y yo, ademas de ir cada vez mas excitada, me estaba divirtiendo de lo lindo.

  • ¿otra copa?...- Me preguntó decidido.
  • Sí, claro ¿por qué no?. Un Mojito. Tengo calor.
  • Ufff..!Qué así sea!.

No puedo negar que mientras escribo esto me estoy excitando otra vez. Lástima que Juliette esté dormida y mañana tenga examen a primera hora..je,je,je

La música no era de mi agrado pero estaba en ese instante en que todo me resulta bailable. A medio Mojito arrastré a Didier a la pista. Bailaba como un pato mareado pero estaba animado. Le rodeé con mi brazos desnudos y comenzamos a besarnos. Mi lengua entraba en su boca sabor a Vodka y me deleitaba chupando sus labios. Cuando nuestras pelvis chocaban notaba su miembro endurecido (parecía que fuese a romper sus pantalones). Sus manos se le iban autómatas a mi trasero. El cual me lo agarraba con fuerza como si se fuera a escapar..



  • Joder, que bien hueles-. Me dijo una de las veces que 
  • separamos nuestras bocas.
  • ¿te gusta?. Huele “mi pañuelo”-. Y le acerqué mi muñeca derecha a su nariz...
  • Me encanta.
  • Es mi ropa interior, Didier. ¿ O es que aún tus manos no han notado que no llevo nada debajo del vestido?...”

Llegado a este punto del diario. Estaba completamente tumbada en la cama de Nathalie. Mi mano, la que quedaba libre sondeaba por debajo del pijama y reptaba por mis muslos acariciando la superficie superior de mi braguita. Mi dedo corazón surcaba mi sexo buscando la protuberancia del clítoris. El rubor y el calor de mi sangre amotinada restaban el frío del exterior. Separé las piernas mientras leía con lascivia. Mi respiración se volvía arrítmica y se atropellaba consigo misma.

...Entonces, Didier, buscó desde mi trasero la entrada hacia mi sexo. Mi mano caprichosa rozó su pene henchido por encima del pantalón. La gente nos rodeaba. La música cada vez mas cañera acompañaba y las luces ocultaban nuestro juego.

Nos fuimos a una esquina mas oscura donde pasar mas inadvertidos. Me tocaba los pechos por encima del vestido. Estaba muy pero que muy excitado. Le desabroche el pantalón y le introduje la mano. Casi tengo el primer orgasmo a sentir el tacto caliente de su pene que era descomunal. Me ocupaba toda la mano y aún sobraba. Mis labios se fundían con los suyos y mi lengua era atrapada entre sus dientes. Comencé a hacer movimientos de vaivén suavemente sobre su miembro.

La verdad que la primera vez no fue muy bien del todo ,al menos ,para mi. Didier, se encontraba tan excitado que mojo mi mano en tan solo veinte segundos después de tocársela.

  • Joder, lo siento. Ahora vuelvo-. Dijo, mientras dirigía sus pasos al aseo. La verdad, pensé, que ahí había acabado todo pero no fue así.
Al poco regresó con nuevos bríos. Me agarro por detrás cuando menos lo esperaba y presionó mi culo contra su miembro. Haciendo uso de una habilidad que me sorprendió, introdujo su mano por el interior de mis muslos y comenzó a masturbarme. Apoyé mis manos sobre la columna negra que nos separaba de la gente del local y mis ojos se cerraron dejándome llevar.

  • ¿Aun sigues con ganas, Nathalie?
  • Sí-. Respondí con voz jadeante.- Con muchas...no pares.

Le agarre del brazo y lo lleve hacia el aseo nuevamente. Atravesamos toda la pista de baile si conciencia alguna de la gente que allí estaba.

Entramos en los aseos femeninos. No se si nos vieron. Me daba igual.. Nos fundimos como dos adolescentes en plena revolución hormonal. Didier, extrajo de su cartera un condón y se lo puso.

Su miembro erecto quedó expuesto ante mi. Subí mi pierna a la altura de su cintura apoyándola contra la pared, como si con ello evitara que esta se fuese a derrumbar e hice lo propio con mi espalda sobre la pared opuesta. Elevé mi falda cuanto pude ofreciéndole mi sexo deseoso de ser penetrado.

Me miró con unos ojos llenos de pasión e impudicia. Se avalanzó contra mi. Me la introdujo de un solo golpe y comenzó a empujar. Las embestidas eran rápidas y fuertes. No paraba. Me iba a volver loca de placer. Al haberse corrido antes ahora parecía aguantar mucho mas.

Bajó mi escote sacando mis pechos del sujetador. Su boca mordía y lamía mis pezones. La piernas me flaqueaban a cada orgasmo que tenía.

Dios, que mojada estoy recordándolo.

Me dio la vuelta montándome así a cuatro patas con mis manos apoyadas en la cisterna. Me estaba taladrando. Sentía su fuerza en cada penetración.

Sus manos agarraban mi pelo como si este de las bridas de una yegua se tratase. Me traía hacia él y me asiaba de las caderas. Le miraba de reojo. Estaba sudoroso y la tez la tenía pálida. La sacó de mi vagina y quitándose el preservativo terminó corriéndose sobre mis nalgas denudas. ...”

Creo que Nathalie se corrió en el mismo momento que yo leyendola. No se cuanto placer me proporcionó aquella historia pero aquella terminó por ser una tarde estupenda.

Cerré el diario pero me quedé con la nota. Así ella sabría que su juego había funcionado y lo dejé nuevamente sobre la cama con el deseo de continuar su lectura en algún otro momento.








10 comentarios:

  1. Cierro los ojos, casi puedo imaginarte tumbada sobre la cama, apretando los muslos el uno contra el otro, con tu pequeña mano introducida entre ellos.
    Acariciando tu clitoris, notando tu humedad y escuchando tu respiración mientras lees..
    Cada poro de tu piel, se une al ritual. Tus ojos brillan y tus dientes juegan con tu preciosa boca.
    Aquel juego que Nathalie inicio contigo, hoy lo has continuado tu conmigo.
    Todo mi ser, todo mi yo te damos las gracias..
    Un beso Juliette
    J...

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  2. Stratokast'n'Rock'nRoll27 de noviembre de 2013, 13:16

    "A simple vista parecía un pañuelo rojo pero no lo era."

    Joder, un aplauso, ¡¡¡un maldito aplauso!!! Quiero una camiseta con esta frase. Una placa dorada. Un cuadro en punto de cruz...

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    1. Jajajajajajaja me apunto!!!! Otro cuadro en punti de cruz para mi!!!!! Y otro aplauso mio!!! Ole ole y ooooole!!

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  3. Oh juliette poder leer lo que escribes sobre mi me me hace extremecer de placer. Me gusto mucho. Que digo mucho. Muchisimo!!!! Eres encantadora... me encanto verte el otro dia, sigues estando tan atractiva como siempre tan... deseada. Espero poder volver a tener unos momentitos de intimidad contigo sonando welcomw to sant tropez de fondo que ya savemos que esta cancion nos trae locas y muuuuuuchos recuerdos!! Un beso y un fuerte abrazo " petite cochonne" .
    NATHALIE

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  4. PUES A PESAR DE LA TORMENTA, LA TARDE NO ESTUVO TAN MAL, JEJEJEJE...
    UN BESAZO JULIETTE!!!

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  5. Hay que ver que ardientes que son este par de francesitas. Nathalie, menudo cuerpazo. Juliette, seguro que solo leíste eso?

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  6. Una buena pieza de colección, este relato. Ese juego de narración dentro de la narración lo hace más excitante, incluso; como si la excitación pudiera amplificarse de un lector a otro. ¡Excelente!

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  7. Buenas juliette , aqui tienes a un nuevo asiduo a tu blog , un besazo!!!!!

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  8. Letras de deseos (no muy secretos) que nacen impresas en papel... y acaban tatuadas en la piel.

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  9. Hola Juliette,, te dije que haría crítica cuando hubiese mirado con calma y con cariño tus relatos. Solo he podido ver éste hasta ahora, pero..... sencillamente excepcional. Palabras sencillas, textos incitantes, relato absolutamente hechizador. Mis mejores felicitaciones. Seguiré leyéndote, por supuesto femmederouge..... Eres un encanto. Manel/Raybann

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