“Etienne”
“Avd. Fontaine 73…. Apartamento 27… 22:30h no te demores”
El mensaje me cayó encima como una pesada losa ya que el día había sido de lo más agotador. Deseosa, como estaba por llegar a casa, ducharme y tomar un relajante té, aquél mensaje trastocaba mis planes. Y por qué negarlo estimulaba mis sentidos.
Hacía tiempo que no sabía nada de Etienne. De hecho su enigmática figura siempre aparecía y desaparecía sin previo aviso.
Si quería llegar a tiempo a la cita propuesta, debía recorrer un largo trecho y disponía de algo menos de una hora. Para desdicha mía, mi coche se encontraba en el taller para realizarle la revisión anual, así que recurrí a un taxi.
Con paso apresurado me dirigí de vuelta a mi trabajo, deshaciendo mi camino. Mis tacones repiqueteaban rítmicamente sobre el enlosado de la ciudad llenando con cada paso el silencio de los bulevares por donde pasa. La falda de talle alto gris dificultaba mi caminar acelerado. La carpeta que portaba tampoco ayudaba a tal efecto. Como esperaba en la puerta principal del hotel siempre había un taxista esperando algún cliente.
Subí en el vehículo y le comuniqué al chofer mi destino.
45 minutos más tarde me encontraba frente a la puerta del apartamento citado.
Llamé al timbre; no sonaba. Golpeé con mis nudillos la puerta; nadie abrió.
Fue un momento de incertidumbre hasta que mi teléfono volvió a sonar.
“Etienne”
“Debajo de la felpudo encontraras una llave. Abre, entra…Dúchate y ponte la ropa que te he dejado sobre la cama”.
Miré bajo mis pies y vi un viejo felpudo. Debajo de este, encontré la llave de la que me hablaba. La introduje en la cerradura y abrí la puerta.
Se trataba de un moderno apartamento con amplias ventanas y suelo forrado con tarima flotante. Estaba cálido pues la calefacción estaba encendida. El estilo minimalista estaba llevado a la máxima expresión ya que no había ningún mueble al uso, salvo la cama que ocupaba el centro del salón. Por no haber, no había ni tan siquiera un cuadro que adornara las paredes desnudas, de un blanco inmaculado que proporcionaba tanta amplitud como frialdad.
Al fondo a la izquierda se vislumbraba un baño, con la puerta abierta y la luz encendida que invitaba a entrar.
Cerré tras de mí, la puerta de la entrada.
Desnude mis pies, dejando los zapatos de tacón tirados sobre el suelo de la estancia y fui hacia el baño. Repare en que, como Etienne me dijo, sobre la cama había un conjunto de ropa.
Ya en el baño, pude observar como un enorme espejo ocupaba toda una pared, reflejando la bañera y a mí misma. Y como, una copa y una botella de vino se me había dispuesto para la ocasión.
Cuidadosamente taponé la bañera, llenándola de agua. Me fui quitando la ropa pensando en que mi enigmático amigo aparecería en cualquier momento y me introduje en ella. El agua caliente y la espuma embriagaron mis sentidos, el resto lo hizo el vino.
La idea de que Etienne aparecería en cualquier momento se fue disipando, ya que pasaba el rato y no sabía nada de él. Tentada estuve en llamarle o escribirle pero no lo vi oportuno.
No sé cuánto tiempo pasó, pero supongo que el suficiente para dar mi baño por terminado.
Cubrí mi cuerpo con una toalla y dejando un pequeño reguero de agua como huellas, llegué junto a la cama del amplio salón.
Deje deslizar la toalla que cayó como una fruta madura a mis pies dejando mi cuerpo completamente desnudo. Tomé la ropa que me había dejado preparada. Un corsé negro de látex que cubría parte de mi espalda hasta la altura del trasero y por delante mi abdomen. Este se sujetaba por unas tiras a la altura de mi estómago y unas trinchas en el costado izquierdo, dejando mis pechos desnudos. Luego una braguita también negra y también de látex, que disponía de un cierre de cremallera que recorría la entrada hacia mi sexo. Por último un ligero y unas medias negras.
La sensación del látex fue tremenda. Pasando primero del frío de su primer contacto, a el calor de mi cuerpo. Su adherencia era tal a la piel, que aun vestida parecías estar desnuda.
Me tumbé sobre la cama. La cual estaba cubierta solo por una sábana Y el sueño empezó a embargarme. Cuando algo rozó mi frente. Abrí los ojos súbitamente por sorpresa .Una rosa de un rojo sangre acariciaba mi frente y aromatizaba mi olfato.
- Lo bueno se hace esperar, Madeimoselle-. Y un beso se estampó contra mi boca sufragando cualquier respuesta.
Deje deslizar la toalla que cayó como una fruta madura a mis pies dejando mi cuerpo completamente desnudo. Tomé la ropa que me había dejado preparada. Un corsé negro de látex que cubría parte de mi espalda hasta la altura del trasero y por delante mi abdomen. Este se sujetaba por unas tiras a la altura de mi estómago y unas trinchas en el costado izquierdo, dejando mis pechos desnudos. Luego una braguita también negra y también de látex, que disponía de un cierre de cremallera que recorría la entrada hacia mi sexo. Por último un ligero y unas medias negras.
La sensación del látex fue tremenda. Pasando primero del frío de su primer contacto, a el calor de mi cuerpo. Su adherencia era tal a la piel, que aun vestida parecías estar desnuda.
Me tumbé sobre la cama. La cual estaba cubierta solo por una sábana Y el sueño empezó a embargarme. Cuando algo rozó mi frente. Abrí los ojos súbitamente por sorpresa .Una rosa de un rojo sangre acariciaba mi frente y aromatizaba mi olfato.
- Lo bueno se hace esperar, Madeimoselle-. Y un beso se estampó contra mi boca sufragando cualquier respuesta.
Ahí estaba, con la fuerza en su mirada de siempre. Con esa presencia, que enarbolaba mis deseos y lujuria. Con su voz, que aturdía los sentidos. Ahí estaba, como otras veces, otra vez para mí.
Quise abrazarle pero sus hábiles manos lo impidieron arrastrando mis muñecas hacia la espalda.
Me besaba con pasión, recorriendo con su boca mi cuello, mi cara, mis pechos... Arañaba con su barba mis mejillas. Mi boca luchaba por encontrar su boca. Mis labios eran atrapados por mis propios dientes, tan fuerte, que sabor a sangre me dieron.
No lo hizo con prisas. Más bien todo lo contrario. Se tomó su tiempo. Tiempo que me pareció eterno. Luego, la fue introduciendo lentamente hasta que sus testículos chocaron contra mí. La sensación de plenitud fue total. Los jadeos sordos comenzaron a golpear sus oídos mientras Etienne se mantenía erguido, de rodillas entre mis piernas abiertas y esposadas.
Las embestidas eran rápidas y fuertes. Sus manos se posaron sobre mis desnudos pechos asomando mis pezones entre sus dedos que se clavaban en ellos. Mis ojos se cerraban ante el empuje que su sexo ejercía en el mío. Perdí la cuenta de mis orgasmos…
El sudor le caía por la frente, su torso brillaba sudoroso. Quería acariciárselo pero aquellas esposas lo evitaban.
Sacó su miembro erecto y sumamente duro de mí. Se quitó el preservativo quedandole el miembro desnudo sobre mi pubis. Solo tuvo que tocarse un par de veces y su semen surtió como si de una fuente se tratase, cayendo sobre el corsé de látex y sobre la braguita negra, creando así un reguero que terminó sobre las sabanas.
Cayó sobre mí con la delicadeza de una hoja seca del árbol y me besó suavemente .Y así, juntos quedamos profundamente dormidos.
Cuando desperté, además de su ausencia en la cama, me encontré liberada de mis ataduras y en compañía de una rosa roja dispuesta con una nota.
Quise abrazarle pero sus hábiles manos lo impidieron arrastrando mis muñecas hacia la espalda.
Me besaba con pasión, recorriendo con su boca mi cuello, mi cara, mis pechos... Arañaba con su barba mis mejillas. Mi boca luchaba por encontrar su boca. Mis labios eran atrapados por mis propios dientes, tan fuerte, que sabor a sangre me dieron.
Se separó de mi y quedó de pié junto a la cama. Se desnudó completamente y yo sin mediar palabra, le observaba deseosa de ser poseída.
Sus manos agarraron fuerte mis muñecas las cuales no objetaron reproche alguno. Echando su cuerpo sobre mi brazo derecho me lo inmovilizó. Torpemente intente posicionarme más cómoda pero con su fuerza me lo impidió. Me esposó al cabecero de la cama. Luego tras las manos llegaron las piernas.
Estaba completamente inmovilizada formando una equis sobre aquel lecho. Me sentía abandonada a su deseo y entregada, a mi misma, para satisfacer el mío.
Estaba completamente inmovilizada formando una equis sobre aquel lecho. Me sentía abandonada a su deseo y entregada, a mi misma, para satisfacer el mío.
-Soñaba con tenerte así; quieta e inmóvil. Observando esa piel blanca que tanto me excita. Viendo como elevas el abdomen en cada respiración y toda mía.
- Toda tuya?. Te lo has creído.- Y diciendo esto bloqueó mis palabras con un beso que me heló la sangre y quemó mi boca.
Mi cuerpo serpenteaba como una maldita víbora sobre la cama mientras sus extremidades me rodeaban sin mayor escapatoria que la de vender cara mi piel.
El peso de su cuerpo recalaba sobre mí. El roce de su miembro trastabillándose contra mis muslos y su boca se embriagaba de la mía. Ambas muñecas luchaban contra las esposas. Y gracias, a que estas se encontraban forradas, las marcas dejadas sobre mi piel no me produjeron heridas; poco más podía hacer que una rendición sin condiciones.
- Toda tuya?. Te lo has creído.- Y diciendo esto bloqueó mis palabras con un beso que me heló la sangre y quemó mi boca.
Mi cuerpo serpenteaba como una maldita víbora sobre la cama mientras sus extremidades me rodeaban sin mayor escapatoria que la de vender cara mi piel.
El peso de su cuerpo recalaba sobre mí. El roce de su miembro trastabillándose contra mis muslos y su boca se embriagaba de la mía. Ambas muñecas luchaban contra las esposas. Y gracias, a que estas se encontraban forradas, las marcas dejadas sobre mi piel no me produjeron heridas; poco más podía hacer que una rendición sin condiciones.
Su miembro se introdujo en mi cavidad bucal, primero despacio y cada vez más profundo. El oxigeno entraba con dificultad pero el suficiente para no sentir la sensación de ahogo. Lo entraba y lo sacaba compulsivamente. Mientras abría la cremallera de mi braguita dejando expuesto mi sexo a su boca. Me moría de placer y de ganas de que me penetrara. Las mejillas me ardían y mis pechos endurecidos deseaban ser presionados por unas manos que no podía usar.
Su lengua me recorría y entraba en mi.
- ¡Follame… por favor…!-. ¿Lo dije o sólo lo pensé?. No, nunca pronuncie tales palabras pero así me vi, suplicándole entre palabras mudas pues tal era el deseo que encerraba ese momento.
Cuando hubo acabado y se sació de practicarme el oral. Se colocó entre mis piernas frente a mí. Tomó el par de almohadas que teníamos y las situó bajo mi espalda a la altura de las caderas. Mi pubis, así como el abdomen quedo elevado y mi cuerpo formando un arco. En esa posición la penetración sería totalmente plena. Como así fue.
- ¡Follame… por favor…!-. ¿Lo dije o sólo lo pensé?. No, nunca pronuncie tales palabras pero así me vi, suplicándole entre palabras mudas pues tal era el deseo que encerraba ese momento.
Cuando hubo acabado y se sació de practicarme el oral. Se colocó entre mis piernas frente a mí. Tomó el par de almohadas que teníamos y las situó bajo mi espalda a la altura de las caderas. Mi pubis, así como el abdomen quedo elevado y mi cuerpo formando un arco. En esa posición la penetración sería totalmente plena. Como así fue.
No lo hizo con prisas. Más bien todo lo contrario. Se tomó su tiempo. Tiempo que me pareció eterno. Luego, la fue introduciendo lentamente hasta que sus testículos chocaron contra mí. La sensación de plenitud fue total. Los jadeos sordos comenzaron a golpear sus oídos mientras Etienne se mantenía erguido, de rodillas entre mis piernas abiertas y esposadas.
Las embestidas eran rápidas y fuertes. Sus manos se posaron sobre mis desnudos pechos asomando mis pezones entre sus dedos que se clavaban en ellos. Mis ojos se cerraban ante el empuje que su sexo ejercía en el mío. Perdí la cuenta de mis orgasmos…
El sudor le caía por la frente, su torso brillaba sudoroso. Quería acariciárselo pero aquellas esposas lo evitaban.
Sacó su miembro erecto y sumamente duro de mí. Se quitó el preservativo quedandole el miembro desnudo sobre mi pubis. Solo tuvo que tocarse un par de veces y su semen surtió como si de una fuente se tratase, cayendo sobre el corsé de látex y sobre la braguita negra, creando así un reguero que terminó sobre las sabanas.
Cayó sobre mí con la delicadeza de una hoja seca del árbol y me besó suavemente .Y así, juntos quedamos profundamente dormidos.
Cuando desperté, además de su ausencia en la cama, me encontré liberada de mis ataduras y en compañía de una rosa roja dispuesta con una nota.
Oooooh que apasionante relato!!! Juliette la foto donde se be acariciandote el pecho es de lo mas tentadora!! Cuantas veces te abre acariciado asi el pecho!!! Y esos pensonsicos que tanto me agradan. Etienne algo trabieso esta vez no??? Aunque eso de que sean trabiesos nos pone a 100 !! Un fuerte abrazo .
ResponderEliminarBisous de nathalie.
Ma petite salope, ya sabes que por más que quiera no puede dejar de sucumbir a los encantos de Etienne.
EliminarDeseando verte pronto, comme d´habitude...
Sus relatos siempre son iniciáticos, Lady. Nos sumergen en un mundo de deliciosas fantasías, inflamadas, más si cabe, por la pícara y sugerente inclusión de esas dulces teselas del puzle de su cuerpo que incorpora a modo de ilustración de sus textos. Ud lo sabe y juguetea con nosotros porque es divinamente alevosa… y eso nos gusta ;)
ResponderEliminarMi beso y mi canción , Lady Cou-Cou…lette ;)
Monsieur, encantada de verle pasar y participar una vez más en mi humilde morada. Quien sabe si alguna vez partícipe también de cuanta alevosía ronda por mi cabeza.
EliminarUN RELATO VERDADERAMENTE EXCITANTE Y COMO SIEMPRE MUY BIEN NARRADO, QUE NOS TRANSPORTA A ESE MISMO APARTAMENTO.
ResponderEliminarUN GRAN BESAZO JULIETTE!!!
Lord shadow, un placer saberle siempre entre las sombras y presente perpetuo en cuanto acontece.
EliminarEsperando una de nuestros breves pero intensos cambios de palabras.
excitante preciosa y muy sugerente, introduciendose en aquello que tanto sabes que me gusta, la dominacion, me ha encantado, por cierto si que hay algo mas visible, pezon perfecto y muy apetecible.
ResponderEliminarmuchos besos princesa
Lluis, estoy segura que en ese encuentro lo hubiésemos pasado mejor que bien.
EliminarEn cuanto a esa parte de mi anatomía que mencionas...para qué negar que cuando Etienne se aproxima salen de mi los instintos más animales.
Bisous!
Otro relato en el cual parece que estés visualizando lo ocurrido a través de un agujero en la pared. Imaginarte inmovilizada en la cama con esa lencería de látex envolviendo ese cuerpo tuyo que nos muestras en cada relato como migajas cual palomas en un parque. Ya me gustaría a mi que fueras así de solícita.
ResponderEliminarEse cuerpo me vuelve loco.
¿Te gustaría verlo a través de un pequeño agujero en la pared o serías capaz de romperla con tal de participar? ;)
EliminarLa rompería sin duda
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