El RER se había retrasado y caminaba
deprisa por la Terminal ( salidas nacionales) de CDG camino del control
de equipajes. Solo escuchaba el sonido de mis tacones pisando con
firmeza y el trolley que llevaba como equipaje de mano.
Las tiendas y restaurantes que habían
alrededor pasaban como en una película prácticamente siendo
imperceptibles.
Maldecí una y otra vez la demora del
tren al ver la enorme cola que tenía ante mis ojos. Dí un pequeño
traspiés que me hizo resbalar, aunque por fortuna no caer. “¡No
puede ser!”, pensé mientras entre mi boca dejaba escapar un leve y
sonoro “Putain”. El tacón saltó escurridizo de mi maltrecho
zapato. Dejándome en una situación tan incomoda como divertida para
cuantos me observaban.
Miré de nuevo el reloj ,pues la hora
de embarque estaba próxima y sin pensármelo dos veces ,me quité
los zapatos y caminé descalza hasta las bandejas de control para
dejar la chaqueta de piel negra, el reloj, el móvil y el fino
cinturón que adornaba la falda.
Al levantar la vista no pude que medio
jurar en hebreo. Estaba claro que no era mi día; ¿Que más me podía
pasar?. Unos pasos más adelante estaba “Él”.
Esto es increíble. Coincidir el mismo
día, hora y lugar de destino...¡¡Esto es el colmo!!.
Trate de no pensar , continuar con lo
que estaba haciendo. Con un poco de suerte iríamos distantes en el
vuelo y ni tan siquiera nos viésemos.
Pasé el control de seguridad y subí
directa al avión me acomodé dejando el trolley en la parte superior
junto con la chaqueta. Rompí el otro tacón que no costó en
demasía. Era la mejor opción. Al menos, no iría descalza y total,
las “parisinas” estaban de moda.
Me abroché el cinturón y cerré los
ojos intentando relajarme después de lo que había corrido a lo
largo de la mañana.
Una voz inesperada pronunció mi
nombre y me hizo dar un respingo en el asiento.
- Vaya, parece que nos volvemos a encontrar y somos compañeros de vuelo.¡Por favor!, esa voz tan conocida. No me lo podía creer. Abrí los ojos de sopetón y allí me lo encontré, plantado frente a mí, sonriendo y a punto de sentarse a mi lado.
- ¡No puedo creerlo!-. Exclamé.- ¿Tú?...¿pero cómo diablos es posible, Etienne?. ¿Cómo diantres es posible que de entre todos los día, todos los vuelos, todas las horas y todos los asientos del mundo me tope contigo?.
- Bueno...salvo en lo del asiento todo lo demás ha sido casual. Dijo en tono sarcástico.
- ¿El asiento?-. Pregunte mal humorada.
- Sí, te explico, mira disimuladamente-. Me recomendó. - Aquel simpático hombre de la barba del final del avión. Mostrando una gran cortesía sumada a una singular aportación de 50 euros me lo ha cambiado sin la menor objeción .
Estaba claro que fuese corto o largo el
vuelo no me quedaba otra que resignarme.
Mi cara debía de ser todo un poema
porque no pudo evitar reírse divertido.
Le miré como si le fulminase de modo
que hizo se callara hasta que me incorporé y volvió a reírse. El
muy maldito tenia una sonrisa preciosa.
Perdóname, Juliette pero deberías
haber visto tu cara. Ni que te hubieses encontrado al mismísimo
demonio.
- Al mismo demonio no sé, pero, a su primo-hermano me parece que sí. Respondí mientras me giraba y me disponía a mirar por la ventanilla.
- No pensarás ignorarme durante el trayecto,¿verdad?.Jajaja
- Es una opción bastante factible.
- Juliette, te confesaré una cosa ; me dan pavor los aviones.
- Pues hala, piensa en vacas y flores y así se te hace más llevadero.
Me sonreía divertida para mis
adentros. No se esperaba la contestación y se quedó en silencio
unos minutos mientras se abrochaba el cinturón.
El avión cogía impulso por la pista
de aterrizaje y empezaba a tomar altura. Le miré de reojo, estaba
tenso en el asiento y más blanco que una pared encalada.
Le puse la mano sobre el muslo y sin
mirarle apenas le pregunté divertida.
-¿Te damos la manita para que se te
pase el miedo hasta que el avión se mantenga estable en el aire?
Me miró con respuesta de no haberle
hecho gracia ninguna, pero ante otra opción mejor, respondió de
buenas formas.
Eres muy amable, Juliette. Cogió mi
mano y se la llevó a su entrepierna ante mi cara de asombro.
- Ahora estoy mucho más
relajado-. Me dijo con esa sonrisa maliciosa que tanto domina..
Intenté sacar la mano pero tiraba con
fuerza y no dejaba. Me estaba empezando a enfadar y cuanto más lo
hacía más notaba el calor que me traspasaba ,el crecimiento del
algo que también recordaba a la perfección.
Que sepas que esto no lo
arreglas enviando unas flores. Haz el favor de soltarme la mano o
gritaré.
- ¿Si?¿Qué vas a decir? Señorita el caballero que tengo al lado me tiene apresada la mano entre sus piernas y me está encantando?.
- Etienne!
- Juliette'
- Oh! si supieses cuánto me exasperas!
Miré de nuevo hacía la ventanilla y
nos mantuvimos en silencio unos instantes.
Al rato, noté como jugaba con su dedo
índice sobre mi muslo. La falda dejaba entrever mis piernas con lo
que no le fue difícil ir subiendo por ellas.
Le miré contrariada pero no dijo nada,
al menos por palabras pero cada vez notaba más su esplendor en mi
mano.
Me separó las piernas y siguió
subiendo hasta encontrarse con uno de los ligueros que se ceñían
caprichosos a mi muslo.
Estiró de él provocando un leve
sonido al impactar de nuevo contra la piel.
- Puff-. R
Siguió deslizándose por la fina piel
que se encontraba a su paso justo hasta donde quería. Rozó
ligeramente con las yemas de los dedos el encaje de la ropa interior.
La posición no le era propicia por lo que no dudó en desabrochar el
cinturón y girarse hacia mi asiento mirando antes a los pasajeros
del otro lado del pasillo.
Separó un poco la tela y rozo
levemente mi sexo.
- Por Dios, Juliette....
Noté una explosión de calor en mi
mano que me hizo girar hacía él.
Su boca estaba tan cerca de la mía que
notaba el calor de su aliento. Le habría saboreado en ese mismo
instante, impulsiva como soy.
Inconscientemente separé las piernas
facilitándole el paso. Sus dedos acariciaban con tal maestría que
junté las piernas de nuevo ,disimulando pequeñas sacudidas que
nacían en mis entrañas mientras mi mano ,acariciaba con ganas lo
que apresaba.
Nos miramos encendidos.
De haber estado solos me habría
sentado a horcajadas sobre él sin dudarlo.
“Dindong”...el indicador de
cinturones abrochados y la megafonía avisando de zona de
turtulencias hicieron que volviéramos a nuestras posiciones.
Turbulencias era lo que sentía en esos
momento teniéndolo tan cerca.
Me miraba de reojo , así que, ni corta
ni perezosa le cogí la mano entrelacé mis dedos con los suyos.
Mirando al frente le dije:
-Así no te dará tanto miedo cuando
esto empiece a moverse como una tartana,jajaja.
No me des la gracias, ya sabrás como
devolvérmelo.
- Qué mala eres,Juliette!. Esta me la pagas..
- Yo?,jajaja. Si lo prefieres te suelto la mano-. Hice el tiento de soltársela pero la cogió aún con más fuerza.
- Ni se te ocurra moverte de ahí.
- Ya estamos con el “marimandoneo”...tengo fichado tu coche. No te olvides que la próxima te hago un grafitti,ajajaja.
Le estreché de nuevo la mano y le
observé mientras el avión se tambaleada. En el fondo lo estaba
pasando mal, pero lo disimulaba bastante bien.
Pasados unos instantes el resto de
pasajeros se relajó en su asientos menos Etienne que se levantó
nervioso tirando de mi sin saber que pasaba. Me puso delante y me
empujaba por el pasillo hacia no sé dónde.
_ Todo bien, Monsieur?. Preguntó
amablemente la azafata.
- Sí,si, gracias. Mi Sra está embarazada y claro, ya sabe las típicas náuseas. Si no le importa la acompañaré al lavabo.
- Oh,claro claro. Mi más sincera enhorabuena.
Le dí un codazo que le debió doler y
furiosa le pregunté en voz baja.
- Tu mujer y embarazada?. Te ahorcaba ahora si pudiera.
- Cuidado con lo que deseas, Juliete, donde vamos, podrás ahorcarme con tus piernas bien fuerte si deseas.
Le miré con cara de enfado y
disimulando justo al pasar donde estaba la otra azafata en la puerta
del baño, me llevé la mano a la boca con un gesto de evitar una
náusea.
Una vez dentro del lavabo y tal como
cerró la puerta me empujó de espaldas a la misma hundiendo su cara
en mi escote, oliéndome, dejando un rastro húmedo del contacto de
su boca.
No sabía si mandarlo al cuerno o
seguir ese eterno juego de seducción y sexo que nos traíamos desde
que nos conocimos.
Me dejé llevar unos instantes, me
subió la falda acariciándome los muslos donde acababa el encaje de
los ligeros, se agachó a mi altura y me besó la ingle mientras
separaba sutilmente la ropa interior. Su boca se adentraba en terreno
pantanoso y ambos lo sabíamos. Su lengua, experta dibujaba cada
parte de mi. Le sujete la cabeza para que no se despegara ni un
segundo conteniendo la respiración.
_ Srta Declercq, pierde la
compostura?. Preguntó malicioso mientras jugaba con la lengua en la
comisura de sus labios.
- Tanto como la vas a perder tú.
Me acerqué al lavabo, una mano a cada
lado y frente al espejo incitándole con la mirada a través de él.
Separé ligeramente las piernas y pensé
que dónde estarían mis tacones. No importaba. Me puse de puntillas
mientras subía con malicia la falda dejandole ver toda mi
retarguardia enfundada en encaje negro.
No dudó en acercarse y restregarse
sobre él.
- Eso no es suficiente, Etienne, no para mí.
- Jajajaja
Me rocé contra él y noté una gran
erección que me hizo resoplar.
- Así que no es suficiente para ti, petite salope?
Dijo mientras se desabrocha el pantalón
y dejaba su inmenso miembro a la vista.
- Disculpa?. Le pregunté con cara de pocos amigos.
Me empujó hacia delante del lavabo
aprovechando a embestirme.
Ambos resoplamos.
- Eso te pasa por calentarme
- Estas perdiendo las formas y apenas nos conocemos.
- No importa, Juliette, tu cuerpo dice otra cosa. -Estás literalmente empapada-. Dijo mientras no paraba de entrar y salir.
- Podrás disimular de cara a la galería pero no ante mí. Eres una animal sexual y lo sabes.
Le miré furiosa por el espejo y de un
solo movimiento me salí.
- Adónde te crees que vas Srta Declerqc?
- Dónde me da la real gana.
Sin esperarlo me sujeto de la barbilla
succionando mis labios con fuerza.
Inmediatamente sentí un dolor horrible
fruto de haberme mordido el labio inferior.
Noté un regusto a sangre y traté de
separarme pero me tenía apresada.
Apoyé las manos en su torso
manteniendo la tensión y saboreando aquella pizca de sangre, le
empujé encendida contra la pared
Desabroché su cinturón y lo saqué de
un golpe seco tirándolo a un lado. Quité los botones del pantalón
y apresé su erección en mi mano sobre el boxer. Le miraba retante y
el deseoso acabo por tomar asiento en la taza del wc.
Me subí la falda antes de ponerme de
rodillas entre sus piernas. Con la boca pegada en sus boxer le
traspasaba el calor de mi aliento mientras mis dedos por debajo
jugaban. Cerraba los ojos presa del momento cuando le miré y le bajé
el boxer hasta los tobillos.
Me dediqué a recorrer sus inglés con
los humedad de los labios mientras el vaivén de mi mano izquierda
acompañaba .
Escupí sobre su sexo erecto dejando un
hilachón de saliva que le hizo soltar un “Joder Juliette, deberías
perder los modales más a menudo”. Abrió los ojos y le sonreí
maliciosa, mordiéndome los labios antes de metérmela en la boca y
acompañar los gestos al vaivén de mi mano.
Cogí una de sus manos y separando las
piernas aún más, llevé un par de sus dedos y los introduje dentro
de mí.
- Dios, estás ...estás...
- ¿Cómo estoy? Pregunté sin apenas sacar su sexo de mi boca y dejando caer un reguero de saliva por la mandíbula.
- Estás que te follaba ahora mismo cara al espejo.
- Se nos acaba el tiempo, Etienne, respondí al tiempo que escuchamos unas voces en la puerta.
Seguí con el juego,con ganas, con
deseo, como el mismo que habría dejado me empotrase contra el lavabo justo hasta que sentí como explotaba en mi boca, entremezclándose
con mi saliva.
Me levanté rápida para adecentarme la
ropa mientras él subía la suya. Había gente fuera y debíamos
salir.
Justo cuando abría la puerta me topé
con la azafata que se quedó mirando fijamente a la barbilla.
Inmediatamente, me di cuenta de la
viscosidad pasándome la mano suavemente.
-Estas malditas náuseas me
matarán-. Dije socarrona, mostrando la mejor de las sonrisas
mientras el indicador luminoso indicaba que debíamos abrocharnos el
cinturón sobre la ciudad de la luz.